Método Ferrerós, el método a medida para entender y educar a tus hijos

¿Por qué es tan importante jugar con nuestros hijos?
El cerebro es como un músculo, cuanto más se trabaja más se desarrolla. Entre los 0 y los 3 años, el cerebro de los niños alcanza su grado óptimo de plasticidad, por lo que cualquier tipo de estimulación es beneficiosa. Y el juego, por su componente lúdico y de implicación afectiva, es doblemente productivo. Reptar por encima de papá o jugar a letras y números con mamá enriquece la relación padres-hijo y ofrece al niño variadas experiencias multisensoriales, que facilitarán su aprendizaje tanto intelectual como emocional.
¿Cuáles son nuestros objetivos?
Conseguir que nos tengan respeto, aprender a utilizar el “no” y a no sentirse culpable por ello, poner límites sin remordimientos y dar un margen de confianza y libertad para ejercer la responsabilidad.
¿Cómo conseguimos que nos tengan respeto?
El respeto es una carretera de doble dirección. Los padres también debemos aprender a decir «gracias» y «perdón» debidamente, disculpándonos ante los niños cuando no tenemos razón. Siendo honestos y sinceros, cumpliendo las promesas y mostrando confianza en su juicio y carácter, se establece una base sólida en la relación y los niños aprenden a respetar a los padres y a ellos mismos.
¿Cuándo debemos decir “no”?
El «no» es una herramienta imprescindible en el proceso educativo del niño. Le ayuda a saber cómo tiene que actuar, cuáles son sus límites y hasta dónde puede llegar. Por eso es importante saber racionarlo. Hemos de decidir de mutuo acuerdo aquellos comportamientos (tres o cuatro) que no queremos consentir debido a sus consecuencias educativas, y concentrar en ellos nuestros nos. No perdamos el tiempo en intentar conseguir que no se suba al sofá a los dos años, pero no le dejemos de ninguna manera llamarnos «tonta», aunque lo haga con mucha gracia y picardía.
¿Cómo poner límites sin remordimientos?
La vinculación afectiva es el motor biológico del niño, pero hay que saber poner límites sin sentir por ello remordimientos. De hecho, los niños no perciben el consentimiento absoluto como algo positivo, sino todo lo contrario. Sucede a menudo que las madres que trabajan fuera de casa se sienten culpables por no estar todo el tiempo que quisieran con sus hijos y ello les dificulta enormemente la tarea de poner límites. Es más importante estar con él al ciento por ciento que el hecho de pasar un montón de horas en su compañía. Os necesita a los dos en plena forma, con ganas, de todo corazón, para poder llevar a cabo vuestra tarea sin interferencias ni mala conciencia.
     
 
 
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